sábado, 1 de septiembre de 2012

La sexualidad no es cosa alguna

Pues el amigo gay que tengo en la escuela, vuela. No entraré en detalles. Les puedo contar que en el curso que tomé previo al examen, había un gay totalmente abierto, aparte de mí. Fue casi lo mismo, algo que en cierta forma alegra el tener compañía.

Pero ohhhh, cómo terminé odiándolo. Era condescendiente, a veces me hablaba en buen tono, pero la mayoría no. Y era de cuando quería sí, cuando no quería ser bueno, no. Esa gente no me agrada en absoluto, como si yo no tuviera respeto a mí mismo y siguiera comportándome como súbdito de ellos. No, para nada.

O aún cuando alguien te demuestra amistad y todo feliz, pero también tiene una manía de andar contando todo, producto de su inmadurez. No soy quién para fingir que no pasa nada; si algo me enoja, lo expreso. Claro, es un asunto totalmente diferente cuando es con otra persona. Sin embargo, esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Cuando digo que la sexualidad no es cosa alguna, me refiero a que, si en verdad somos iguales a los heterosexuales, es que somos iguales. En todo caso, el gusto que tiene este muchacho de la prepa en común conmigo, no impone amistad alguna. Como he dicho, no me gustará un hombre solo porque es gay, no me gustarán todos los gays. Y de igual manera, no seré amigo de todos los gays porque la sexualidad no influye en absoluto.

Tal y como no seré amigo de todos los heterosexuales, ni tampoco que son mejores amigos que los gays. Es un poco molesto, pero tengo muchos amigos heteros que me caen muy, muy bien, y mi mejor amiga es bisexual, tengo una amiga lesbiana que aún no veo pero que recuerdo mucho, y con eso estoy bien. Y de igual forma, que a alguien yo le caiga mal, adelante, no me importa. Tengo amigos que me aprecian por algo, y naturalmente, enemigos que me odian por algo. Vivo feliz.

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