viernes, 26 de abril de 2013

Un gran aprendizaje: Ovidio ha sido mi maestro

Y la homosexualidad no es para cualquier tonto.Tenía pensado un título más atractivo, pero ya se me ha olvidado.

Ahh... Hace tanto que no he escrito en mi blog. Sinceramente, este blog surgió como un grito de atención, una petición de conciencia a la presente sociedad homofóbica. En todo este ciclo escolar me ha ido muy bien, acaso alguna embarradita imperceptible de homofobia en mi vida, pero nada significativo.

Es sorprendente lo que un año es. Bueno, sin divagar. Si yo le pregunto a una persona, a cualquier persona, respecto a quiénes son más complicados, si los hombres o las mujeres. Tú mismo dirás que las mujeres. Yo mismo lo he dicho miles de veces. Somos directos y planos, y las mujeres son redondas y sinuosas (no en sentido físico). Como un ejemplo: la otra vez un amigo me explicó de su inquietud de cómo avanzar con un chico, cómo pasar de ser su amigo a ser su novio. Me empezó a contar ciertas experiencias y, cuando me contó una que totalmente demostró el amor de su amigo por él, y me siguió contando más historias, le dije que no quería escuchar eso, que era superfluo. Le dije que podía simplemente hacerlo, que yo no entendía en qué rayos consistía su duda. Hace unos días, hablé con una amiga sobre algo que me inquietaba. Yo ya tenía planeado qué hacer, sabía por qué lo haría y toda la cosa, pero me puse a platicar con esta chica y estuvimos así por un buen rato. Bien pudo ser más de media hora. Terminé igual en un sentido práctico, me mantuve con lo que tenía planeado hacer, pero me sentí mejor emocionalmente: saqué el bolo que tenía dentro.

Las mujeres están hechas para escuchar, y los hombres, para solucionar y erradicar un problema lo más pronto posible. Ahora bien, en el amor, también somos diferentes. Una mujer está hecha para ser escogida, y un hombre para escoger. Uno, como hombre, irá tras de su mujer, se interesará en ella, estará presente en su mente, la enganchará, luchará por ella y demás. La mujer, como respuesta, poco a poco irá cediendo, y más conviene que sea después de una buena insistencia. Como heterosexuales, la tienen fácil los hombres: buscan lo que quieren, luchan por ello y, si el destino lo depara, lo tienen. Si el destino no lo permite, no será por error del hombre tan fácilmente.

Ahora bien, en un lío homosexual, ambos tienen la misma mentalidad. Aquí viene lo de lío, porque todo se revuelve y se convierte en algo bastante divertido. Veamos a dos personajes, que llamaremos Neil y Julio. Neil está interesado en Julio, así que lo empieza a buscar. Hace lo que cualquier hombre: se hace presente en su vida cotidiana, se involucra en sus asuntos y demás. Está bien, ¿no? No tanto.

En eso, lo tienen difícil las mujeres heterosexuales. Bueno, quizá no tanto. Una mujer jamás debe ir tras de un hombre. Eso sí, puede hacerse notar un poco en el rollo de su amado, pero después se tiene que alejar, para haberlo enganchado y ponerlo a prueba. Un hombre, por naturaleza, está hecho para cazar, perseguir. Un hombre quiere lo que no puede. Es real: mi gato, macho, siempre que puede, come moscas. Las cacha del aire y las come. Cierta ocasión, él estaba sentado sobre el burro de planchar, y yo noté una mosca reposando a su lado. Agité la mano para ahuyentarla, pero no se movió sino hasta que acerqué mi dedo a ella: lo único que hizo fue caminar un poco. En fin, una presa totalmente fácil. Se la mostré a mi gato, la estuve persiguiendo con mi dedo por un buen rato para que mi gato se interesara en ella y se la comiera, pero ni le hizo caso.

De vuelta a lo humano homosexual, Julio pierde interés en Neil cuando éste se convierte más en una recompensa que en un reto. ¿Qué hacer, entonces? Actuar como mujer: clásico, darse a desear. Es lo divertido: tienes que ser lo suficientemente hábil para poder manejar ambas mentalidades. Bueno fuera para mitad de los homosexuales manejar una mentalidad totalmente femenina, y así no perder el interés de alguien que te busque mucho. Sin embargo, todos somos hombres, y tenemos que poner en práctica esa mentalidad masculina, porque la tenemos dentro y tenemos la necesidad de llevarla a cabo. Pero, al no ser totalmente conveniente, hay que usar también la mentalidad femenina.

Es divertido porque es como una prueba de la vida a tu destreza y habilidad. Claro, en el amor, todo puede resultar en desamor, lágrimas y demás porquerías exageradas de las películas de hoy en día. Ovidio, con sus libros El arte de amar y El remedio del amor, da todas las pautas a los hombres y a las mujeres en cuanto a cómo actuar. Podemos, como homosexuales, tomar muchas cosas de ese libro, pasivos o activos, sea de cómo actuar o cómo exigir que actúe el chico que nos desea. Obviamente, a los hombres, no nos sirve de nada las pautas de maquillaje, pero el libro no es puro maquillaje.

Neil tendrá que hacerse ausente si quiere cazar a Julio. Es difícil mantener ese juego doble, entre lo que quieres hacer y lo que te conviene hacer para lo que quieres lograr, pero vamos, que los problemas son la esencia de la vida, por más fuertes que sean. Por eso, a veces digo: qué complicados somos los hombres...

Y que la homosexualidad no es para cualquier tonto...