Pues hoy me tocaba nadar en la escuela, pero excelente soy yo cuando olvido mis cosas y entonces tengo hora libre. Afortunadamente, un amigo también olvidó sus cosas, así que fuimos a platicar. No sé cómo, pero él se abrió hacia mí, yo me abrí hacia él y hablamos de cosas que entendíamos el uno del otro. No sé cómo expresarlo bien, pero el punto es que fue una conversación buena, enriquecedora, no simplemente de ir por allá y reír a carcajadas o contar los chismes de los guapos, etcétera.
Me contó de una que otra pretendiente, una novia loca -en cierta forma-, unos amigos suyos que eran novios y un tercero entrometido, y yo le conté cosas similares, digamos experiencias personales. Y vaya, cómo aprecio cuando hablo con alguien de un chico lindo y no salen con las preguntas clásicas de curiosidad respecto a nosotros, o incluso el no te preocupes, yo te apoyo, el cual también llega a hartar. Uno piensa: ¿por qué me has de apoyar? Aprecio siempre la intención, pero a veces ya uno aspira a un nivel mayor de madurez, o de tolerancia humana, o qué sé yo, pero algo más normal.
Tampoco es que esté planeando hacer algún movimiento o estrategia con este tipo, vamos que sólo es un amigo que me cayó bien y al cual le agarré confianza. Los gays somos más que sexo y más que amor, también somos amistad con hombres.
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